Es más que seguro que nunca viste algo parecido a las máquinas en miniaturas que están expuestas en el hall de Bolsa de Comercio. Unos aparatitos hermosos que son reproducciones a escala de motores y máquinas (autos, autobombas, motores a secas). Pero no solo son reproducciones, son “modelos funcionales”, esto quiere decir que funcionan de la misma forma que su modelo original. Es decir, por ejemplo, hay un auto del 1900 en el que todo funciona como en 1900, pero en miniatura…

Camión de Bomberos America LaFrance, funciona con una bomba de vapor (Bolsa de Comercio).
[La muestra se llama “Vapor, una pasión de Don Carlos Kretz” y se puede visitar -GRATIS- hasta el 5 de mayo, de lunes a viernes, de 8 a 18 hs, en el hall de Paraguay 755. Aprovechá, porque estas máquinas solo estuvieron expuestas un puñado de veces.]
Después de mirar esto la pregunta aparece sola: ¿Quién es este Carlos Kretz, dueño de las manos mágicas que construyen estás maravillas? Para explicar eso es necesario contar una historia.
Corría 1964 y el joven ingeniero Carlos Kretz perdía su puesto de trabajo en la Philips. Pero en vez de buscar un nuevo trabajo Carlos decidió hacer algo que hoy se repite en una frase muy de moda: ser su propio jefe. Desde hacía algunos años venía desarrollando unos pequeños aparatitos electrónicos que le vendía a empresas de electricidad, así que junto a su esposa decidieron lanzarse a la odisea del cuentapropismo.

Tractor a vapor, también tiene una bomba de vapor funcional (Bolsa de Comercio).
La cosa anduvo bien, al tiempo pudieron pasar a venderle a la industria y diseñar y fabricar distintas soluciones a los problemas que le planteaban los industriales. Así, llegó un día de la década del 70 que marcaría para siempre el destino de la empresa, que ya se llamaba Kretz. “Una fábrica de máquinas para envasar productos necesitaba un elemento que fuera midiendo el peso de lo que envasaba”, cuenta Carlos. Ese fue el germen que unos años después haría que esta empresa rosarina sea conocida por todo el mundo, y que sus balanzas electrónicas (la primera fabricada en Argentina) se encuentren por todos lados: almacenes, supermercados, panaderías, pescaderías…
La aventura del diseño y fabricación comenzó en el taller de la casa de su padre, que era mueblero. En ese laboratorio se diseñaba todo, era el rincón del inventor. Y en esa misma casa de Dorrego y Pasco se instaló la empresa. Si, de ese rincón del macrocentro salían las balanzas que se usaban en todo el país. En la década del 90 se mudaron a su actual planta, en Pueblo Esther y dejaron al barrio con el síndrome del nido vacío.

Una de las actuales balanzas que llevan el apellido Kretz y son usadas en negocios de todo el mundo.
Bueno, acá hay que frenar un poco y darle entidad a ese taller. Porque es el mismo taller en que, de niño, don Carlos Kretz empezó a hacer sus primeras investigaciones tecnológicas. “El Mecano fue mi compañero de toda la infancia”, recuerda. Y también tira otra pista: “En casa recibíamos la revista Hobby, que traía detalles para fabricar cositas sencillas, chiquitas. Y ahí fui sacando algunas ideas, y después a veces encontraba un pedazo de metal y veía que podía hacer, y terminaba haciendo cualquier cosa, desde un carro hasta un molino”.

Rocket, una de las primeras locomotoras a vapor de referencia, fabricada en 1829 (Bolsa de Comercio).
Así arrancó su pasión por inventar cosas. Mas adelante, cuando ya era empresario, construir miniaturas se transformó en su hobby. Se sentía apasionado por el funcionamiento de los motores de vapor, los corazones de la revolución industrial. “Mi abuelo había trabajado en minas como operador de esos grandes motores, y desde chico yo le hacía describir una y mil veces ese trabajo y los detalles de las máquinas”, contó.
Se puede decir que las mejores miniaturas que Kretz hizo a lo largo de su vida están expuestas en La Bolsa. “Son modelos funcionales. Esos motores funcionan originalmente con vapor, yo no los hago funcionar con vapor porque en algunas dimensiones si achico mucho una caldera no me alcanza para mover el dispositivo. Entonces se reemplaza el vapor por aire comprimido. El tractor y la autobomba sí pueden funcionar a vapor, tienen la caldera funcional –explica-. Pero después me tengo que pasar media hora limpiando. Cuando funciona a vapor sale humo por la chimenea”.

Auto a vapor de la Milwakee Automovil Company (Bolsa de Comercio).
Cada modelo puede llevarle hasta dos años de trabajo y el proceso es maravilloso. Por ejemplo, hay un motor que Carlos descubrió navegando por internet, cayó en la web del Bolton Steam Museum inglés (un museo en donde se exponen máquinas de vapor originales, de varios metros de altura), y se enamoró. Después empezó a mirar videos sobre esa máquina en Youtube, una y otra vez, deteniéndose y tomando nota de cada pieza, incluso midiendo la pantalla. Eso le bastó para diseñar y fabricar cada pieza de la miniatura de su “Motor Robey”.

El Motor Robey del que Kretz se enamoró en la web del Bolton Steam Museum.
Parece imposible de entender, pero Carlos trabaja sin los planos originales. Diseña las piezas en la computadora, y con el programa Solid Works hace funcionar virtualmente los motores. Después, con los planos que él mismo hace se va al hermoso taller que tiene en un rincón de su casa de Barrio Martin y ahí fabrica cada pieza con sus manos. Y después, claro, arma los motores.
Te imaginarás la satisfacción que experimenta don Carlos cada vez que ajusta la última pieza y ve como su motor funciona a la perfección. Ya tiene más de 80, pero en la cara le aparece la misma sonrisa que cuando era niño y algún invento la salía tal como él quería.
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No te quedes sin ver la muestra.