No pasa mucho que una casa vacía, sin muebles, sea tan fascinante. Pero acá eso es justamente lo que sucede en este inmueble de Cochabamba 2010. Da la impresión de que cualquier cosa que se le coloque no hará más que arruinar este templo de la arquitectura moderna construido en 1942 por el arquitecto Ermete De Lorenzi para que sea su estudio personal.
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La escalera y la ventana vertical son los elementos centrales de la casa (Foto: Luciano Ominetti)
De Lorenzi (nacido en Las Taperitas, en 1900) fue uno de los primeros exponentes de la arquitectura moderna en América Latina, y en este atelier se expresan los principales rasgos del estilo. El link con la Casa y estudio Ozenfant, que Le Corbusier y Pierre Jeanneret construyeron en 1922 en las afueras de París, es inevitable.
Las escaleras y las ventanas son las joyas de esta construcción que a pesar de tener 80 años parece más propia del futuro que del pasado. El interior es purista, geométrico, limpio, de pisos negros, paredes blancas y ventanas gigantes. Con juegos de volúmenes y contrastes entre llenos y vacíos, luces y sombras.

El interior es purista, geométrico, limpio, de pisos negros, paredes blancas y ventanas gigantes (Foto: Luciano Ominetti).
Es imposible entrar y no sacarle la vista a la escalera, es un anzuelo que te lleva de paseo: primero recorrés la planta baja libre, el estudio propiamente dicho; ya escaleras arriba pasás por un baño integramente negro; después por la sala en donde De Lorenzi hacía música (sí, aparte de arquitecto, erá músico, artísta plástico y varias cosas más); y por último te lleva hacia la terraza con vista al Parque Independencia, a la altura de calle Moreno.
Y ahora vamos a lo primero que vemos, la fachada. Dice Ana María Rigotti, estudiosa de la obra de este gran arquitecto: “Un plano neto, ciego, revestido en tejuelas refractarias con el claro recorte de una puerta, también un plano, y una abertura, y como sorpresa ese zócalo que parece un experimento en las texturas, trabas y colores de las piedras y mármoles locales, también presentes en las huellas de la escalera, el patio y el solado de su reducto privado”.

Este templo de la arquitectura moderna fue construido en 1942 por el arquitecto Ermete De Lorenzi para que sea su estudio personal (Foto: Luciano Ominetti).
Ermete De Lorenzi fue una figura destacadísima de Rosario y de Argentina. Algunas de sus grandes obras rosarinas son la casa de sus padres (hoy Museo de la Memoria), la sede de La Comercial (Córdoba y Oroño) y los edificios Gilardoni (Oroño y Rioja) y De Bernardis (Oroño y Catamarca). Siempre ahondando en los principios de la arquitectura moderna: simplificación de las formas, ausencia de ornamento y renuncia la composición académica clásica, explorando el uso de materiales como el acero y el hormigón armado.

Julio Vanzo en su taller de Cochabamba 2010 (Norberto Puzzolo).
Dijimos que en 1942 construyó su propio estudio/atelier. Parece mentira pero solo pudo disfrutar de tamaña obra durante tres cortos años ya que en 1945, cuando cumplía funciones como interventor de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la UNL sufrió la hostilidad del mundo académico. Se cansó, pateó el tablero y abandonó la ciudad para ir a instalarse definitivamente a Buenos Aires. Fue una gran pérdida para Rosario, quizás sus detractores finalmente se hayan arrepentido.

La escalera está recubierta con recortes de piedra negra (Foto: Luciano Ominetti).
Ahora bien, ¿qué pito toca Vanzo acá (otro modernista, pero de las artes plásticas)? Al fin y al cabo la casa lleva su nombre. La cosa es así, cuando De Lorenzi abandona Rosario hecho una furia vende la casa. Tres coleccionistas de la ciudad (Minetti, Candia y Martínez Carbonel) la compraron y se la regalaron al artista rosarino para que se transforme en su atelier. Este, primero le da esa función pero más adelante también se instala a vivir junto a su esposa, la no menos grosa Rosa Wernicke (si no leiste Las colinas del hambre no sabemos que estás esperando). Vale remarcar que no era una casa, no tenía habitaciones con puertas, así que la vida allí debe haber tenido ribetes interesantes.

Las obras de De Lorenzi se caracterizan por los juegos de volúmenes y contrastes entre llenos y vacíos, luces y sombras. (Foto: Luciano Ominetti).
Rosa muere en 1971. En 1984 le toca partir a Vanzo y la casa taller queda para su sobrina, María Antonia Manzanel, que al morir -en 2006- legó la casa, junto a una buena cantidad de obras y objetos del artista, a la Municipalidad, con el fin de que allí se instale algún espacio de carácter cultural. Pero hubo disputas entre herederos vivos y recién hace unos pocos años se resolvió la cuestión legal, pudiendo la Municipalidad disponer plenamente de sus bienes.

La amplitud de la vista desde la terraza, a la altura de calle Moreno, en el borde del Parque Independencia (Planaxia).
En alianza con la Municipalidad, las empresas Fundar y Banco Coinag se hicieron cargo de restaurar esta verdadera obra patrimonial. Así, terminaron la labor en febrero de 2022 y la Casa Vanzo emergió como un Titanic impoluto. Allí se instalará la Biblioteca y el Área de documentación del museo Castagnino + Macro, que queda a apenas dos cuadras. Pero antes de que eso suceda se está abriendo la casa a la comunidad para que puedan conocerla desnuda y vacía, antes de que sea amueblada para su nueva función. Si no fuiste nunca, andá a disfrutarla así como está porque después ya no vas a poder.

Cochabamba 2010. La parte superios de la fachada está revestida en tejuelas refractarias y la inferior es un collage de piedras locales (Planaxia).
Agradecimientos: a lxs arquitectos Ana Maria Rigotti, Marcelo Lamberto, Federico Pérez y Paula Bocale por la asesoría; y a Mariana Lafuente (Museo Castagnino) por las ayudas varias.
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