Se va noviembre y hace unos años para esta última semana del mes se celebraba la Semana del Carlito… no sabemos bien que pasó pero este año nadie se acordó de homenajear al típico sandwich rosarino, así que desde acá vamos a aprovechar el último día del mes para hacerle un poco de justicia.
Algunos dirán que es una comida sencilla pero muchas veces la sencillez esconde las mejores cosas. Aparte es prácticamente la única pieza gastronómica con ADN 100% rosarino y por eso, desde el 2014, fue declarado Patrimonio Cultural de la ciudad ¡así que respeto con nuestro niño mimado!
La historia se conoce: surgió en la década del 50 desde las choperías de Avenida Pellegrini. Más precisamente del bar Cachito, en la esquina con Maipú, frente a la sastrería Caliotti. Allí, Rubén Ramírez decidió innovar un poco y forjó un sandwich tostado que se convirtió en inmortal: pan de miga, manteca, ketchup, una capa de queso en cada tapa del pan y jamón en el medio, claro con un tostado que le da el toque de gracia.
Desde ese momento el carlito se transformó en un renglón obligado en la carta de cada bar de la ciudad. Y aparte de su versión clásica se le fueron agregando otras variantes que ampliaron el espectro carlitero. Incluso al clásico, algunos bares le agregaron toques que lo mejoran.
Aquí va nuestro homenaje, 6 bares en donde podemos comer carlitos de excelente calidad. Está claro que hay muchos lugares más, pero hoy vamos con estos. Recuerden que un vaso de chop y un carlito no debería negarselé a nadie.
- Gorostarzu: todos conocemos el pan de miga con el que por lo general se hacen los carlitos y los sánguches de miga, que viene feteado, listo para usar. Bueno, en la Chopería Gorostarzu no usan ese. Cada nueva jornada, los maestros carliteros toman un bloque de pan de miga, agarran un cuchillo -que más que cuchillo es largo como una espada- y le pelan los bordes (la corteza). Luego, cada vez que alguien pide un carlitos el cocinero agarra el bloque (ya pelado), lo ubica en la fiambrera y corta unas fetas de pan más gruesas que la media. Después de untarlo con una salsa de la que no revelan sus ingredientes le agregan jamón, doble queso y lo mandan al horno. Así es, no usan la tradicional carlitera. Con esa receta obtuvieron el primer puesto en la categoría carlito tradicional del Campeonato Regional del Carlito 2019.
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- El Rosarino: este bar hermoso del Cruce Alberdi tiene un carlito clásico que realemte nos EN-CAN-TA. Ellos hacen su propio ketchup -con una receta que no te van a contar- y tienen otra variación: no usan ni el horno ni la carlitera para darle el tueste, lo mandan a la plancha untado con manteca. De esta manera logran un dorado especial en el pan que no solo se ve sino que también se siente en el paladar. Te sentás en una de las mesas de afuera y lo degustás mientras ves pasar el tren.
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- Augustus: en el típico bar epicéntrico de nuestra ciudad, Augustus, tienen una variación que ya es una eminencia: el carlito de lomo, ganador del premio al Carlito de Especialidad 2019. Lo decimos clarito: nadie puede morirse sin antes probar el carlitos de lomo de Córdoba y Corrientes (por más que haya que hacer un esfuerzo para pagarlo). Lleva pan de miga fino, mayonesa, una pintada de ketchup, queso y lomo a la plancha. “El secreto es que el lomo esté jugoso, ni muy crudo ni muy cocido”, cuentan desde la cocina. Te lo sirven en la mesa y te lo devorás al instante.
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- El Riel: el bar de Rivadavia y Pueyrredón tiene un solo carlito en su carta y es el de vitel toné de pollo, una innovación total. Una salsa de vitel toné que tiene anchoas, atún, crema, mayonesa, limón, y un poquito de ajo asado. La pechuga de pollo se hierve en agua condimentada y luego se deja enfriar para que el pollo chupe el caldo y no se seque. Después se desmenuza y se humecta con la salsa. Para armarlo se unta la salsa sobre las tapas del pan de miga (se usa la medida más gruesa) se ponen aceitunas negras fileteadas, el pimiento asado sin piel, el queso y el pollo. Se tuesta en carlitera y después se le da un golpe horno. Es una RI-CU-RA. Ideal para comer en la barra o en las mesas de la vereda.
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- Loco Sambe: este bar bien barrial de Echesortu (Pellegrini entre Lavalle y Alsina, en verdad es Bella Vista) sin demasiadas aspiraciones estéticas tiene -sí- una muy buena cocina. Y de ahí sacan uno de los caballitos de batallas de la casa: el carlito de pollo. Tiene salsa golf, queso y jamón en la primer tapa; y morrones, huevos y aceitunas en la segunda tapa. Primero lo mandan a la carlitera y lo finalizan en el horno. El morrón lo queman en la sartén “para que agarre el ahumado” y al pollo “le hacen un proceso especial en el horno”. Este es un bar de tradición familiar y la receta de la cocción del pollo “la empezó a hacer una tía que trabajó acá mucho tiempo, que había trabajado toda la vida en los buffets de los clubes y que venía con un par de ases bajo la manga”, nos contaron.

- Bar VIP: el bar de Messi, frente al monumento, tiene como principal atractivo la ubicación, con un patio y una vista que vale oro, pero también son muy buenos haciendo carlitos. El de pollo es su orgullo. Y tiene como principal característica que con el pollo hacen una pasta, una especie de muselín, o paté que también tiene pedazos de pollo. Eso lo hace diferente, y también que lo cocinan en un horno a cinta. Otro detalle: el carlito te lo sirven sobre una placa de metal, y cuando el mozo te lo deja en la mesa te dice “guardá que está caliente”; eso hace que tu carlito mantenga la temperatura hasta el final. ¡Da para comerse una charles al atardecer mirando el Monumento!
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Y a comer carlitos se ha dicho!!!