Nuestra Nicki Nicole del barrio de Echesortu acaba de sacar su tercer disco -Alma- y por eso mismo habló con Ceci Oriolani, en de 12 a 14. Allí contó del nuevo álbum, de su vida y de mucho más; pero lo que nos llamó la atención -para bien- es que cuando le preguntaron por lo que más extrañaba de Rosario lo primero que nombró fueron dos productos que solía consumir en su barrio y que ahora le lleva su mamá cada vez que viaja para Buenos Aires, donde ahora vive: el helado de la Heladeria Catania y las facturas de la Panaderia y Confitería Zeballos.
Sabemos que la casa familiar de Nicki está en Echesortu, ella mismo puso un dibujo de esa casa en la tapa de su primer disco, Recuerdos, en el que incluso aparece la dirección (Valparaíso entre Montevideo y Pellegrini). Por eso mismo no es loco que extrañe algunas ricuras que solía comprar en negocios del barrio, apenas a unas cuadas de su hogar.
Y atenti porque lo primero que mencionó en su ranking de extrañitis fue el helado de Catania, la clásica heladería que funciona en la esquina de Avellaneda y Zeballos desde 1963, la más vieja de Rosario. Esta es una heladería que tiene muchísimxs fanas en toda la ciudad así que no es algo que sorprenda. Lo que si sorprende es que Nicki aclaró que solo come el sabor granizado… y más raro es que -cada vez que la visita- la madre le lleva 4 cuartos de ese gusto en una heladerita con hielo… ¡no sabemos si era fanática la piba! “Se lo hice probar a mucha gente de Buenos Aires y todo dicen <<¡nooo, es el mejor helado que probé!>>”, contó.
Por toda esa presencia de Catania en el inconsciente colectivo rosarino es que el Concejo Municipal la declaró “comercio tradicional de Rosario por su larga trayectoria y compromiso con el trabajo” . Esta heladería es manejada por la misma familia de siempre, los Capitano, quienes son hipercelosos a la hora de cuidar la calidad de sus productos, por eso no tienen sucursales, no trabajan con aplicaciones de envíos y ni siquiera con delivery propio. Incluso se negaron a dejarnos sacar una foto de cerca a los helados por “el riesgo de que se contaminen”.
Y los otros productos que Nicki extraña son las facturas, pero no facturas cualquieras sino de un local mucho más desconocido y pequeño: la Panadería y Confitería Zeballos. “Es una panadería que las facturas son increíbles y que mi mamá también me trae”, dijo, con los ojos bien abiertos.
Esta panadería está en Zeballos 4349, es un negocio familiar que funciona desde 1994 y que se enorgullece de mantener “la misma calidad de siempre debido al uso de materia prima de primeras marcas”. Las facturas que más venden son las bombas de crema y dulce de leche. Atención a este dato los que quieran ir a comprarlas: solo las hacen los domingos.
En la Zeballos siguen cocinando las facturas y el pan con el tradicional horno de ladrillos. “Le da un toque diferente”, dice Graciela, su dueña, que recuerda a Nicki de chiquita yendo a comprar facturas con su mamá o también con su madrina.
¿Los productos más reclamados por la clientela? El chajá y el pan dulce (que hacen todo el año).
Y bueno, ¿ya estás ready para salir por la ruta comestible de Nicki?