Hoy se cumplen 105 años del nacimiento de Antonio Berni, probablemente el artista rosarino mas importante de todos los tiempos. Si, el más importante, por un montón de cosas que ahora mismo te vamos a contar.
El tipo nació en Rosario, y era un rosarino más con una clásica vida rosarina. Su abuelo tenía una casa en Roldán, adonde transcurrió buena parte de su infancia. Esa casa también fue la inspiración de sus primeros cuadros (uno de sus cuadros más lindos, Domingo en la chacra, aunque lo pinta ya de grande, está inspirado en esas juntadas familiares de Roldán).
De pibito, a los 11 años, tomó clases de arte en el Centre Catalá, en pleno microcentro de Rosario, frente a la Facultad de Humanidades. Es increible, pero a los 14 años (¡sí!, ca-tor-ce) expone por primera vez, y en seguida fue considerado como una especie de niño prodigio.
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Cinco años más tarde, en 1925, ingresa la primer obra de Berni al Museo Castagnino, comprada para ese fin por la Comisión Municipal de Bellas Artes. La obra es El vallecito (Capilla del Monte) y todavía integra la colección del Museo.
Al poco tiempo, Alfredo Guido (el pintor, hermano de Angel, creador del Monumento a la Bandera) le aconsejó que se vaya a Europa a perfeccionar su estudio del arte. El Jockey Club, muy bien apoyando a los artistas de la ciudad, le otorga una beca para que pueda realizar el viaje.
En Europa, primero se instala en Madrid y luego en París. Allí, en ocasión de una exposición, se deslumbró ante un cuadro de Salvador Dalí; desde entonces incursionaría en el surrealismo, que para la fecha era un movimiento de vanguardia.
Durante la agitada vida bohemia europea –vivió en París en la misma época que Hemingway- traba relación con todo tipo de personas, desde Picasso hasta el propio Dalí. Aprende la técnica del grabado con Max Jacob, e integra el Grupo de París (grupo conformado por argentinos llamado a modernizar el arte nacional enfrentándose al Salón Nacional de Buenos Aires, entidad donde se materializaba el tradicional establishment artístico). Pero es su amistad con el filósofo marxista Henry Lefebvre y con Louis Aragon -poeta surrealista militante del PC- la que lo llevará a adentrarse en las obras de Karl Marx y Sigmund Freud. Con esas referencias irá forjando la idea del artista como actor social comprometido con su tiempo.
La década del 30 se venía bravita, el avance del fascismo y el nazismo, la Gran Depresión, la Guerra Civil Española; en Argentina, el golpe militar a Yrigoyen y el inicio de la Década Infame. Todo ese cóctel monstruoso terminó de despertarle las ideas que venía madurando. “El artista está obligado a vivir con los ojos abiertos y en ese momento la dictadura, la desocupación, la miseria, las huelgas, las luchas obreras, el hambre, las ollas populares crean una tremenda realidad que rompían los ojos”, diría Berni años más tarde.
De vuelta en Rosario, sin dinero –y con mujer e hija a quienes mantener-, no le queda otra que ingresar como empleado en negro a la Municipalidad de Rosario, “fueron los años de la mushiadura” dijo después. En 1932 realiza la primer exposición surrealista de Latinoamérica, el establishment artístico no aceptaba esta tendencia y mucho menos las ideas de izquierda con que Berni había vuelto de Europa, por eso le dieron la espalda.
Sin embargo Berni ya comenzaba a alejarse del surrealismo que –según él- era inadecuado para ese momento histórico, buscaba poder expresar a su manera el proceso que se estaba viviendo. Influenciado por el muralista mexicano David Siqueiros (lo ayudará en la pintura del mural Ejercicio Plástico en la quinta de Natalio Botana) funda –junto con otros compañeros- el movimiento Nuevo Realismo, la pintura tiene que ser “el espejo sugestivo de la gran realidad espiritual, social, política y económica de nuestro siglo” al tiempo que intente modificarlas, nunca más tendrá un mero valor decorativo.
Polemiza con Siqueiros, ajusta la idea del arte mural y comienza a desarrollar pinturas de caballete de gran tamaño, utilizando como soporte telas de arpillera que originalmente contenían azúcar –varias cosidas, para lograr el tamaño necesario- y de esta manera logra murales transportables que podían instalarse en locales sindicales y a la salida de las fábricas. De esta época son las obras Manifestación (localizada en una de las calles de barrio Refinería, de fondo se puede ver la Refinería Argentina de Azucar, lo que hoy es Forum), Desocupados, Chacareros y Jujuy.
En 1933, funda en Rosario, la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos, junto a Grela, Gambartes y Píccoli, entre otros. Ese grupo de artistas afincados en el Nuevo Realismo, se transformó en un foco subversivo para el mainstream artístico argentino. Al poco tiempo, Berni se marcha a Buenos Aires.
En 1943 gana el Gran Premio de Honor del Salón Nacional y al año siguiente, con Spilimbergo, Castagnino, Urruchúa y Colmeiro, crea el primer Taller de Pintura Mural, con el que ejecuta la decoración de la cúpula de las Galerías Pacífico (una visita obligado para nuestros próximos viajes a Buenos Aires… cuando bajen los casos de covid, claro).
En la década del 50, crea su personaje más conocido: Juanito Laguna. Un pibe que vive en una villa miseria, haciendo visibles y denunciando – siempre desde el arte- las desigualdades sociales. Y para esto, Berni introduce una nueva y fuerte innovación: como no le alcanza con los elementos clásicos de la pintura para mostrar lo que realmente quiere mostrar, empieza a visitar las villas y a recolectar los deshechos que encuentra. Con esos descartes de la sociedad de consumo (cartones, latas, maderas, envoltorios) realizará los collages que crean el universo de Juanito. Toda una metáfora digna de este genio.
En los 60 continua la serie de Juanito, pero ahora en formato de grabados. Y con esto logra el hito de ganar el Gran Premio Internacional de Grabado en la Bienal de Venecia. ¡No cualquiera, posta!! Y también crea otro personaje arquetípico, Ramona Montiel, una joven humilde que debe dedicarse a la prostitución para conseguir un trabajo estable. Para confeccionarla, Berni también usará el collage, ahora ya no recolectando los desperdicios sino buscando los vestidos de ramona en los mercados de pulgas: encajes, puntillas de plástico o papel, molduras de mobiliario barato. A esta técnica la bautiza como xilo-collage (xilográfía más materiales pegados encima).
Berni murió en en Buenos Aires, en 1981, cuando estaba trabajando en una escultura del Martín Fierro para la municipalidad de San Martín. Se inauguró poco después de su muerte, en la Plaza Kennedy. Todavía puede visitarse aunque, dicen, está muy descuidada.
En tanto, la ciudad de Rosario, hoy lo honra con tres de sus cuadros pintados en medianeras de la ciudad: Juanito dormido, Retrato y, nuestra preferida, Los Emigrantes. No caben dudas de que Berni es un auténtico #Planaxero!!