Esta nota la hicimos para el periódico impreso Info Funes. Todas las fotos pertenecen a Vanesa Fresno.
No será un monumento ni nada parecido, pero nadie puede negar que la vieja Shell abandonada de Ruta 9 y El Ceibo es un ícono de Funes. Todo el mundo la tiene vista; llama la atención de quienes alguna vez pasaron por la ruta, de hecho, es imposible no verla. Parece una postal de una ruta perdida por los confines de la Argentina, de esas en donde los pinchos pasan rodando.
Y, como cualquier gran estructura abandonada, llama la atención. Porque un negocio puede salir mal y fundirse, suele suceder, pero aun cuando es así después el inmueble se alquila, o se vende, y entonces se reflota, o acaso cambia de rubro. Pero acá no pasó.

El minimarket de la Shell vendía de todo, hasta pelotas de fútbol.
Acá hubo una estación de servicios exitosa que un día cerró y de a poco toda su estructura se fue arruinando. Empezaron a faltar los vidrios, las puertas, las ventanas, se decoloró la pintura, llegaron los grafitis, que la asfixiaron, fue juntadero de borrachos, destino de adolescentes que la visitaban como una aventura, telo gratis, escenario para sacar fotos artísticas, y para filmar videoclips. Algunos incluso fumaron sus primeros porros desde el techo… sí, parece el escenario de una película postapocalíptica, una de zombis o algo así.
Entonces surge la pregunta: ¿Cómo fue que una estación de servicio modelo, que era un polo atractor de un gran sector de la ciudad, terminó como terminó?

El nombre era Estación de Servicio Aeropuerto.
La Estación de Servicio Aeropuerto comenzó a construirse en el año 1962. Su propietario era Argentino Angeletti, un hombre corpulento que transformó la estación de servicio en un faro para buena parte de la ciudad. Durante muchos años esa zona careció de otros negocios cerca. Hasta entrados los 90s todavía había muchos descampados. De manera que la Shell era el lugar de encuentro, el lugar para juntarse a cafetear e incluso a comer, muchos recuerdan la mano de su cocinera.
Vale la pena hacer el ejercicio de imaginarse a la Funes de hace veintipico de años. Los bares no abundaban, las estaciones de servicio tampoco, así que esta estación cubría un vacío importante. Aparte de bar y comedor, tenía un espacio para camiones, fosa mecánica (que todavía hoy se puede visitar), una gomería atrás, y un minimarket que vendía de todo, hasta pelotas de futbol. En el comedor, los fabulosos lomitos que despachaban son recordados hasta el día de hoy. Otro elemento que la destacaba es que la estación poseía el único teléfono público de la zona.
Pero hacia fines de los 90s Angeletti le vendío el negocio a una pareja oriunda de Rosario, ajena al mundo de las estaciones de servicio. “Se notó el cambio de dueños, no había onda en el lugar”, recuerda Juan Manuel, un rosarino que se instalaba en esa parte de Funes durante el verano. La realidad es que no pasó mucho tiempo hasta que la estación cerró sus puertas, fundida. “Fue sorprendente que se haya fundido la empresa porque vendía como loco, todo el mundo cargaba ahí y el bar estaba siempre lleno”, nos dice la misma fuente.
Pero entonces, ¿qué fue lo que paso para que se fundiera esa mina de oro? Parece que hubo problemas de alcoba. Cuentan las lenguas del pueblo que hubo problemas de infidelidad. Resulta que adonde hoy está ubicado el salón de fiestas Lomas de Ávila, durante aquellos años supo funcionar el Golden, una especie de cabaret en donde había strippers y demases. Bueno, las leyendas subterráneas del pueblo cuentan que el nuevo dueño se vio cautivado por una mujer que trabajaba allí y eso llevó a la ruina al matrimonio. En seguida las incongruencias maritales se reflejaron en el balance de la Shell y en una guerra que se lo devoró todo.
Estas desavenencias inmovilizaron el inmueble, que para poder ser afectado a otra actividad debe encarar una serie de acciones a resolver, como por ejemplo, desenterrar los tanques de combustible. Pero claro, suele no haber acuerdo entre las petroleras y las estaciones a la hora de hacerse cargo de dicha tarea, lo cual hace que el desacuerdo termine en tribunales. Así que podríamos decir que los problemas de alcoba y los problemas comerciales llevaron a que la Shell de aeropuerto termine como está hoy, siendo un emblema del Funes apocalíptico.