#InventarioDeEsculturas
No existe un rosarinx que no haya visto esta escultura monumental alguna vez en su vida. Es más, cualquiera la tiene que haber visto no una sino muchísimas veces al pasar (antes) por el Patio de la Madera o (ahora) por el Mercado del Patio. Aunque es probable que -como esas cosas que están tan presentes- de tanto haberla visto ya ni la veamos.
Quedó claro, todos la conocemos, ok. Pero, ¿sabemos quién la hizo? ¿hace cuánto que está? ¿qué representa? ¿cómo se llama? Seguro que ahí la mayoría hace agua. No importa, para eso estamos. ¿Empezamos?
Sabíamos que esta escultura la había hecho el artista Pérez Celis en el año 1988. No hace falta demasiado para saber eso, solo basta con mirar la única placa (rota) que queda señalizando. El nombre de la obra es “Presencia transformadora”. Hasta ahí lo básico. Empezamos a buscar más data en la web y a hacer algunas consultas, pero era muy poco lo que aparecía, no era digno de una nota.

Vista desde el este, con el Mercado del Patio y la Terminal de fondo.
Así que -aún cuando no lo teníamos previsto- tuvimos que llamar a nuestros sabuesos preferidos (los de #PlanaxiaInvestiga, claro) para que metan la cuchara y le cuenten a lxs rosarinxs la historia de esta tremenda escultura monumental hecha a base de hierro, chapa y acero.
De Pérez Celis sí se consigue información fácil porque fue un artista plástico argentino de gran envergadura. Nació en Buenos Aires en 1938 y murió en esa misma ciudad en 2008. Pero en el medio se hizo a sí mismo convirtiéndose en un artista de renombre mundial y viviendo durante largas temporadas en Caracas, Paris, Nueva York y Miami. Sus ateliers fueron la envidia de cada persona que los conocía, quizás el del Greenwich Village, en Manhattan, en el corazón de la bohemia, haya sido su gran tesoro (¡un loft de 3 mil m2!).

Pérez Celis con la maqueta de la escultura en su atelier de calle Lima, Buenos Aires. 1988.
Nacio en en el barrio de San Telmo, en una familia humilde. Al ver su pasión por el dibujo una profesora les recomendó a sus padres que lo lleven a estudiar arte, pero en la casa no había presupuesto para eso, sólo alcanzó para que tomara clases de arte por correspondencia. Así fue como empezó la historia de este artista que cautivó al público y empezó a vivir exclusivamente de la venta de sus obras. En cada lugar en donde anduvo hizo ruido, tuvo exposiciones en galerías de todo el mundo y en las colecciones de los principales museos hay cuadros suyos.
Durante su vida fue muy conocido porque más allá de sus creaciones era un habitué de los programas de televisión. Era un tipo carismático al que le gustaba hacer reuniones en sus lofts, invitar a mucha gente. También realizó grandes obras que llamaron la atención del gran público como pintar con un diseño original la lancha con la que corría Sciolli en los 80s, o instalar murales en las paredes exteriores de la cancha de Boca.

De noche, fotografiada desde el norte parece una cabeza de pájaro.
Anduvo por Latinoamérica para acercarse a las raíces originarias del continente y cuando pudo se instaló en París para conocer de cerca toda la historia del arte clásico europeo. Pero después de algunos años de estar en ese estudio con vista al Sena llegó a la conclusión de que la capital francesa era el pasado. “El presente, le energía, la efervescencia están en América”, dijo. Por eso se instaló en Nueva York, lugar en donde -para Pérez Celis- confluía toda esa energía americana y se materializaba el futuro del arte mundial.
Habrán visto que hasta ahora nunca nombramos su nombre de pila, siempre dijimos “Pérez Celis”. Es que no tenía nombre de pila. O sí, su verdadero nombre era Celis y su apellido Pérez. Pero la primera vez que tuvo que firmar un cuadro decidió que iba a pasar a ser un hombre sin nombre, sólo con apellido. “En la escuela nos nombraban primero con el apellido y yo entonces lo dejé así, con el Pérez adelante”, contó en alguna entrevista. Pérez Celis era por sobre todo un tipo muy divertido.

La firma característica del artista soldada en el eje de la obra.
Si bien transitó por distintas etapas su arte estará identificado para siempre con lo abstracto y lo geométrico. Esas características están presentes en la escultura que instaló en el parque de lo que hoy es el Mercado del Patio. Corresponde a su periodo de Nueva York (vivía seis meses allá y seis en Buenos Aires) y si miramos sus pinturas de esos años vamos a ver que algunas formas y colores que aparecen en la escultura rosarina también se repiten en sus cuadros (incluso hay una escultura de 1995 -Energía Transformadora- que tiene muchos puntos de contacto con la nuestra).

Pasaje del tiempo, 1985, Nueva York, óleo sobre tela. Se notan patrones similaros a los de la escultura rosarina.
La escultura se inauguró el 7 de octubre de 1988. Ahora bien, ¿qué representa esa estructura gigantesca de acero pintado? Es probable que ni el propio Pérez Celis lo supiera, porque miren lo que decía sobre su proceso creativo: “Siento la pintura como expansiones de conciencia propias y universales, manifestaciones visuales de transmutación de energía a través de procesos internos de los cuales no somos conscientes hasta ver el trabajo consumado“. En fin, es arte abstracto, no siempre hay explicación consciente, pero basta con bucear un poco en las pinturas de Pérez Celis para darse cuenta que la escultura de Rosario es la fiel materialización y síntesis de toda su obra pictórica de aquellos años.
Para nosotros, desde chiquitos, esa pintura representa una oda a la infancia, porque siempre nos pareció que el artista había homenajeado el ojo de gato de las bolitas (canicas) con las que jugábamos de chicos, pero claro, es una interpretación muy personal. El día de la inauguración el periodismo le preguntó al propio Peréz Celis que era lo que significaba. “Prefiero que cada uno la interprete, dando la posibilidad a los demás de recrear la obra y que le den un significado según su propia motivación”, dijo. Y también reveló que había tomado como punto de partida “la fuerza y pujanza de Rosario: de allí en más se puede imaginar la obra como una nave o un pájaro”.

Desde el norte se encuentra una de las vistas más extrañas, el cuerpo principal parece una cosa pequeña.
Depende quien la vea puede encontrar cosas tan diversas como las velas de un velero, el pico de un pájaro, la cresta de un gallo, o vaya a saber qué cosas más. Pero no quedan dudas de la grandeza de una obra que se presta a múltiples representaciones y significados. La combinación de formas sin dudas nos genera la idea de movimiento y dinamismo. Un dato a tener en cuenta: si nos paramos a un lado de la obra y empezamos a rodearla vamos a descubrir que cada lado es muy distinto al otro.
Bueno, esto se está haciendo largo. Vamos con otro interrogante: seguramente te interesa saber cómo fue que Pérez Celis terminó haciendo esta obra en Rosario. A nosotros también, por eso revolvimos todo hasta averiguarlo. Por los años 80 el entonces intendente Horacio Usandizaga había contratado a un grupo de arquitectos que conformaron un Grupo de Diseño que llevó adelante las principales obras públicas de Rosario. Una de las grandes obras que se estaban por inaugurar a mediados de 1988 era el Patio de la Madera, un centro de convenciones y parque construido sobre lo que era un antiguo depósito ferroviario en estado de abandono frente a la Terminal de Ómnibus.
Resulta que en junio de ese año Pérez Celis es invitado por San Cristobal a dar una charla en el Teatro El Círculo. A esa charla concurre uno de los arquitectos del Grupo de Diseño, quien de casualidad se traba en una charla con el artista porteño y queda maravillado tanto con su obra como con su personalidad.

Pérez Celis delante de su obra. Gentileza Fundación Pérez Celis.
Este encuentro casual vino como anillo al dedo porque el equipo tenía pensado realizar un mural en el foyer del centro de convenciones del Patio de la Madera, pero todavía no habían elegido quien lo haría. Así que lo invitan a Pérez Celis a que se encargue de eso, pero el artista contraoferta instalar una escultura gigante al aire libre en vez de un mural. Esa es la génesis de Presencia Transformadora.
“Recuerdo los almuerzos o cenas del equipo en un bodegón de calle Vera Mujica y Santa Fe, las charlas con Celis, las discusiones sobre arte y artistas, su particular visión del ejercicio y el «negocio» del arte, sus anécdotas del mundo. Celis era de una personalidad muy especial, egocéntrico, idealista, humilde, habil negociador, talentoso, artesano de gran técnica, seductor; en suma un coctel que no podía pasar desapercibido“, rememora Ruben Sarti, miembro del Grupo de Diseño.

En fin, esta escultura es una gran obra de arte que se ideó, construyó e instaló en sólo tres meses y que perdurará para toda la vida (aunque un poco de mantenimiento y una puesta en valor no le vendrían mal). Una obra muy importante que no puede quedar en la indiferencia rosarina. Vale la pena aprender apreciarla porque contemplar una obra de arte puede mejorarnos el día, sólo es cuestión animarse.
Extra Tips
#1. Peréz Celis donó sus honorarios relativos a esta obra, un precio que la Municipalidad nunca hubiera podido pagar para un artista de su talla. Lo que si recibió fueron sus viáticos, que según nos dijeron no eran nada baratos.
#2. La escultura es una estructura de perfiles de acero y tubos estructurales de hierro, totalmente soldada con cordón continuo. El forro es de chapa de acero soldada y selladores de exterior. Luego está bañada en anticorrosivo y pintura epoxi de base.
#3. La estructura es una orqueta de perfiles de acero muy resistentes y la pata de ella está empotrada en el hormigón armado de la fundación bajo tierra. Aparte ese cabezal de hormigón tiene pilotes redondos de fundación clavados hasta suelo resistente. La ingeniería para instalar la obra fue muy complicada, ya que la escultura se soporta en un solo punto y tiene voladizos que comprometen su estabilidad por la acción de los vientos y el peso propio.

Energía Transformadora, 1995, Buenos Aires, 5 metros, metal policromado. Se nota mucha sintonía con la escultura del Mercado del Patio.
#4. Distintas empresas aportaron aportaron materiales para la obra, la metalúrgica Francovigh donó materiales y mano de obra para su construcción. La pintura fue donada por Alba. Algunos materiales fueron licitados por la Municipalidad.
#5. La ejecución de la escultura en si misma estuvo a cargo de dos herreros que Pérez Celis trajo de Buenos Aires, que contaron con apoyo rosarino.
#6. Antes de comenzar la construcción definitiva Pérez Celis hizo una maqueta a escala. Algunos de los arquitectos rosarinos viajaron a su atelier en Buenos Aires, allí intercambian ideas y surge el modelo definitivo. Esa maqueta tiene un valor testimonial importante, pero nadie sabe dónde está. Queda como un pendiente de #PlanaxiaInvestiga.
#7. En el año 2017, cuando se inauguró el Mercado del Patio, la Municipalidad inició un proceso de restauración que quedó trunco. Se habían contactado con la viuda de Pérez Celis, Tamara Toma para investigar sobre los colores originales de la obra y todo, pero finalmente quedó en la nada.
Agradecimientos
Es difícil tener que hablar de algo sin tener información certera, por suerte siempre aparecen quienes te tienden una mano y te allanan el camino. Gracias a José Burucúa que nos pasó el contacto de Tamara Toma, la viuda de Pérez Celis, quien con una generosidad de otros tiempos nos rebalsó de material, nos mostró el fantástico Museo Virtual Pérez Celis, y estuvo a la altura de todas nuestras preguntas pesadas.
A la familia Brunel que nos contactó con Ruben Sarti, miembro del Equipo de Diseño de la la Municipalidad de los 80s y la llave maestra que nos contó de todos los pormenores de Celis en Rosario. Otros de los miembros del mencionado equipo fueron: Hugo Brunel, Ademar Cerfoglio, Daniel Kosic y Javier Rojas.
A Daniel Pérez, Lila Siegrist, Raúl Lamberto, Rafa Ielpi, y Marcial Sorazabal por acercarnos algo de data.







