Fotos cortesía de Rubén Sclaroff (hijo).
La gente observadora se habrá dado cuenta de que hace un tiempo atrás, en la esquina de Salta y Riccheri, donde antes había una pizzería La Vendetta, abrió una nueva pizzería (aunque casi con la misma decoración) de nombre Villamil.
La gente memoriosa habrá notado también (y la gente curiosa se habrá enterado) que Villamil no es un nombre nuevo. Y algunxs dicen “¿que onda? En esta misma esquina había un bar de nombre Villamil hace 40 años…”. Y otros: “reabrieron el viejo bar Villamil, ¡será de Dios!”.
La realidad es que Villamil fue un bar con una dilatada historia, que más abajo vamos a contar. Arrancó a fines del siglo XIX y cerró -¡bendito país!- golpeado por la crisis económica de principios de la década de 1980. La marca murió, no quedó registrada, y en 2019 fue tomada por la empresa actual, quizás con la intención de rescatar su nombre.
Ruben Sclaroff, hijo del último dueño de la pizzería, aclara que no tienen nada que ver con el actual local. “Con mi hermano guardamos celosamente la receta de la tradicional pizza que se elaboraba en nuestra empresa familiar”, agrega.
“Bar. Pizzería. Villamil.”, así decía el legendario cartel con luces, sobre la fachada. Adentro corría el chop Schlau, la mítica cerveza made in Rosario de Francia y Brown. “Mi viejo no laburaba Quilmes porque decía que era una empresa monopólica”, cuenta Rubén. Se servía Cafe Berkel (marca que aún perdura en la ciudad de Santa Fe), carlitos, minutas, lechones… había de todo. Pero claro, en el cartel estaba la palabra “pizzería”.

Rubén Sclaroff, uno de los dueños, detrás de la barra. A finales de los 70.
“La pizza era única. Una fusión de la uruguaya -a la pala- y la porteña -al molde-, pero media masa”, explica Rubén… y a los #PizzaLovers se nos hace agua la boca. ¿Qué será la pizza uruguaya, no? Bueno, no es tan alta como la porteña, y se hace sin molde, sobre el piso del horno de leña. El resultado era una pizza del estilo al de la Santa María.
Las pizzas salían enteras o también por porciones. Y los gustos eran: muzzarella, simple o doble, con anchoas, napolitana, tomate sólo o con anchoas, fugazza sola o con muzza, y la “Atómica”. ¿Qué traía la Atómica? Salsa de tomate, jamón cocido, anchoas, morrones, muzzarella huevo duro picado y ají.. ¡fuerte!
Muchxs recuerdan con fanatismo la de muzza, porque no era una pizza común y corriente. Sobre el queso, venía rociada con un chimichurri que le daba un toque único. ¿¿La receta del chimi?? Bien, gracias!! La tienen bien guardada y no la largan.
En las redes algunxs viejxs habitués recuerdan que se acodaban en la barra a tomar una Caña Legui acompañada de una muzza con chimi. Otrxs recuerdan pasar a comer después de salir de clases en la Facultad de Medicina. Otros cuando pasaban a comer pizza a la vuelta del baile, con un tigre en el estómago. Incluso hubo alguno que recordó al mejor mozo del lugar, allá por los 60´s: El Gran Williams.
Volvamos a los orígenes. No hay demasiadas certezas sobre el año exacto de fundación, ni de donde proviene el nombre. Aunque es muy probable que haya sido el apellido de su primer dueño, de origen español. Los hermanos Rubén y Lalo Sclaroff, uruguayos, se lo compran en 1955 al Sr. Terzano. Los Sclaroff habían desarrollado la receta de la pizza en un comercio del barrio porteño de Mataderos. Villamil, no fue otra cosa que su expansión.
Cuando se instalan en Rosario, el local de Villamil estaba ubicada en otro lugar, Salta y Ovidio Lagos, en la ochava noroeste. Para referencia, calle Salta era doble mano. Por el año 70, se demolió el edificio y la pizzería se trasladó una cuadra, a la esquina que hoy nuevamente lleva su nombre.