¿Es un homenaje a los trenes en la Argentina? Sí.
¿De la era de oro de los rieles en el país? Claro.
¿Y es un ícono que está anclado en lo que supo ser un de las zonas más electrizantes en el rubro estaciones de trenes en Rosario? También es un sí.
La vimos tantas veces al andar por calle Rivadavia que ya parece invisible. Pero, ¿qué sabemos de esta querida locomotora de Pichincha? ¿Cuándo la pusieron ahí? ¿Por qué? ¿Hizo méritos para estar en ese lugar privilegiado (hoy) de la ciudad? ¡Todo eso y mucho más, a continuación, en una nueva edición de #PlanaxiaInvestiga!
Esta locomotora en cuestión -que nunca se resbaló de las vías y del pedestal que la sostienen en la plazoleta Alberto Olmedo, de Rivadavia y Pueyrredón– se emplazó allí el 1 de marzo de 1976, en el Día del Ferroviario. Se la identifica con la numeración 557 del ex Central Argentino (actualmente llamado ferrocarril Mitre) y prestó servicio durante varias décadas en la zona de Rosario Norte.
En el mundo de los andenes se la conoce como La Maniobrera porque se encargaba de mover los coches de pasajeros y vagones de carga por las playas de las terminales ferroviarias. Es decir que este tipo de locomotoras no salían de viaje, pero tenían arduo trabajo en las estaciones rosarinas.
En cuanto a los aspectos técnicos nos cuentan desde la Asociación Amigos del Riel, que tenía motor a vapor y no tiene tender, que sería el espacio en donde se almacenaba el agua y el carbón. Pesa algo así como 62 toneladas y es una de las solo 50 unidades fabricadas por North British Locomotive Company para el Central Argentino.
Carlos Alberto Fernandez Priotti, un especialista en tema trenes, dice que este tipo de locomotoras dejaron pocos antecedentes históricos porque eran de labor humilde; en otras palabras: no fueron protagonistas de ninguna tarea sobresaliente en nuestra historia.
Fue fabricada en el año 1928 por la firma escocesa y diseñada por los Talleres del Central Argentino. Los planos y las especificidades técnicas para transitar los rieles locales eran pensadas por los ingenieros y empleados de la ciudad, algunos de los cuales vivían en el Barrio Inglés que está a metros de la segunda locomotora maniobrera que queda en Rosario, su hermana, la 570, que descansa en el shopping Alto Rosario, acompañada de una fila de hermosos vagones de madera que merecen ser visitados.
La estación Rosario Norte fue el escenario donde finalmente se paró, a principios de los 70s, la 557. Sin embargo, algunos testigos dicen que la vieron -antes de jubilarse- prestando servicio en Venado Tuerto.
Mientras que en la estación de Pichincha se recibían los viajes con pasajeros de larga distancia -por eso solo contaban con una unidad-, en la estación Rosario Central (hoy Distrito Centro) la actividad era bastante más intensa en cuanto a las conexiones de corta y media distancia, cosa que la obligaba a contar con dos.
En sus últimos años la 557 pasó de ser impulsada por el vapor producido por el carbón y el agua a quemar petróleo en el tanque que aún se puede apreciar en la parte trasera de la máquina. Las maniobras estaban a cargo de un maquinista y un foguista (el encargado de alimentar la caldera).
Como ocurre con la Nave de Zvonimir en la zona de La Fluvial (historia que contamos en otra edición de #PlanaxiaInvestiga y recomendamos chequear acá), este monumento también ha sido testigo de lxs jóvenes y los boliches de la ciudad. Durante años prestó servicio como punto de encuentro de los alegres amigxs que merodeaban la zona de los bares y boliches de Pichincha en los primeros 2000.
Imponente por su hierro oscuro y resplandeciente en la noche, sirvió de respaldo para los primeros besos de decenas de tortolitos que esperaban la salida de boliches imborrables como One, Moebious y otros tanto que miraban bien de frente a la locomotora 557.
Hoy La Maniobrera no está en un estado respetable para la historia del barrio, de la ciudad y de los trenes en la Argentina. La placa de bronce que rememoraba la nacionalización de los trenes ya no está, los caños de cobre tampoco y las palancas de la cabina del maquinista se ausentan, se la ve algo fantasmal al recuerdo de los vagones y los expasajeros de los trenes argentinos. Incluso tiene un morador que le puso cartones y plásticos y la transformó en su hogar (“¿por qué no le vas a sacár fotos a la concha de tu hermana?”, nos dijo una voz que salió de adentro).
Ojalá pronto la veamos marchar nuevamente al lado de uno de los próceres de la ciudad, que la escolta en su plazoleta: el Negro Olmedo.