Y un día empezamos con las reseñas de parques rosarinos. Y le damos el puntapié inicial hablando de uno de los mejores, uno de nuestros favoritos: el Scalabrini Ortiz. No tendrá vista al río como ostentan los parques de la costa, pero tiene tantas cosas buenas que eso pasa a ser un pequeño detalle.
Este inmenso parque se inauguró hacia finales de los 90, en un sector que pertenecía al ferrocarril nacional y había quedado abandonado después del desmantelamiento ferroviario que se dio a principios de esa década. Fue lo primero que se abrió por la zona, dejando al descubierto maravillas como el Barrio Inglés y algunos árboles con varios años de antigüedad. El shopping y los edificios aledaños vinieron mucho tiempo después.

La vida de reposeras nunca faltan.
Bueno, ¿qué es lo que tiene este parque, que nos encanta? Primero es gigante, muuuuucho verde, muchos árboles, mucho cielo, pocas construcciones en los alrededores, tiene senderos para correr o caminar, tiene baños, estaciones para hacer ejercicio, un muy buen juego para niñxs (El Dorado), y tantas cosas más…
Este es un parque ideal para ir de picnic. Tiene una particularidad que nos gusta y que lo hace distinto a otros espacios verdes: cuanta con unas mini lomadas que si le ponés ganas podés fantasear que estás en algún prado de la campiña inglesa. Así que ya sabés, agarrás la canasta, preparás los sánguches, unos drinks, y tirás la lona en alguna de estas lomas. Nuestro lugar preferido: bajo la fila de eucaliptus, respirando el aroma de estos árboles sagrados.

Debajo de los eucaliptus, lugar ideal para un buen pícnic.
Otro puntazo alto en las consideraciones planaxeras es el sendero que atraviesa el parque casi por el medio. Arranca en el Bosque de la Memoria, frente a Metropolitano, y va serpenteando con árboles a los costados hasta que termina en El Dorado. Por momentos parece que estás es un bosque en el medio de la nada. Es ideal para pasear en bicicleta, ya sabemos que pedalear con curvas es más divertido. Pero también está bueno para correr por ahí y despegarte un poco de la manada.
Profundizamos el tema árboles. Hay todo tipo de especies, hay algunos con muchísimos años, que datan de su pasado ferroviario, y otros más jóvenes que fueron plantados cuando se transformó en parque. Lo que resalta del Scalabrini es que muchos de estos árboles están agrupados por especies, formando minibosques. El resultado es que tenemos minibosques de jacarandás, de lapachos, de eucaliptus, de ibirás pitás, de paraísos, de ceibos, de robles sedosos, y demás.

El sendero que atraviesa el parque es ideal para pasear en bici.
¿Nuestro preferido? El bosque de álamos plateados; es bastante frondoso y sus hojas de dos colores juegan con el reflejo del sol, aparte sus troncos plateados se escapan de lo común. En verdad hay dos bosques, uno que está en el borde sur del parque (el más grande), y otro en el borde norte. Este último está al lado del homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo. Es el sector del parque dedicado a la memoria, en donde están emplazados una serie de homenajes y recordatorios sobre las víctimas del terrorismo de Estado de la última dictadura. Aquí se encuentra el Bosque de la Memoria y la intervención artística “Presencias”, sobre el sendero de cemento (es fuerte, ni más ni menos que huellas de personas desaparecidas).
Quienes andan por acá saben de la gran variedad de deportes y cosas raras que hace la gente en este parque. Obviamente que se corre, camina y juega al fútbol. De 18 a 20.30 hs, durante la semana se corta Mongsfeld, una de las calles que lo bordean, así que hay rienda suelta para las bicis, los monopatines y los rollers. Pero esas son cosas comunes, un día cualquiera te podés encontrar gente jugando al ¡fútbol americano!, lanzando el frizbee o bailando capoeira.

Uno de los bosques de álamos plateados, pura sombra.
Ah, y como todo buen parque, tiene un carrito con mesas y sillas debajo de eucaliptus en donde se come verdaderamente muy bien.
Bueno, esa es nuestra data. ¿Vos tenés algún lugar preferido del Scalabrini?